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Conferencias en el Archivo: oct. 7-9

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En el marco del Día de los Archivos, ofrecemos conferencias relacionadas con historia del libro y con los documentos de archivo como fuentes de la historia colonial.
día 2

Libros, documentos y fotografías componen la rica colección del Archivo.

 

Invitados, pues, a las tres charlas:

A2



Briceño Jáuregui, constructor de puentes

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Quienes consultamos bibliografía sobre asuntos clásicos no extrañamos encontrar aportes de los hombres de la Compañía de Jesús. En nuestro país descuellan, entre otros, Félix Restrepo y Manuel Briceño.
El padre Briceño se formó en Oxford, para venir a ejercer en la Universidad Javeriana. De ello queda un simpático libro, dedicado a la labor del maestro.
El dibujo es de Osuna.

El dibujo es de Osuna.

Briceño latinista.

De su explicación de la obra de Julio César, queda una explicación de la construcción del puente sobre el Rin, acompañada de gráfica. Revisando ediciones antiguas de César, hallamos que varias traen un grabado sobre dicho asunto.
Edición existente en el Archivo Histórico, sin identificar.

Edición existente en el Archivo Histórico, sin identificar.

Los apuntes de Briceño dicen así:

B3a

Y acompaña la siguiente gráfica:

FN-000006 - copia

FN-000006 - copia (2)

Compartimos, pues, esta muestra del interés de Briceño por quien llamaba “el Gran Capitán”.

Carlos Pareja, entre códigos y versos

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Entre Códigos y versos.

Por sus ancestros, Simón Latino (en la pila Carlos Henrique Pareja Gamboa), natural de Sincé (Sucre), heredaba la afición a las leyes y a las ideas liberales. Su abuelo, Eloy Pareja, fue abogado y masón grado 33, en el Supremo Consejo Neogranadino de la Masonería, sede Cartagena. En lo político, cercano a Rafael Uribe Uribe y Benjamín Herrera. Huérfano de padre, Simón fue criado por la abuela y los tíos.
Simón, en 1927.

Simón, en 1927. Simón Latino y la librería La Gran Colombia, patrimonio cultural de Bogotá, por Albio Martínez Simanca. Bogotá: Alcaldía Mayor, 2004.

Durante la escuela empezó “a escribir versos pueriles a novias imaginarias, versos que se publicaron en un periódico del puerto de Magangué cuando yo tenía dieciséis o diecisiete años, y me crearon fama de poeta”[1].
Terminados los estudios básicos, sus maestros le consiguieron auxilios municipales para trasladarse a Cartagena, a donde llegó a lomo de caballo, primero, y en lancha por el golfo de Morrosquillo, finalmente. Así fue la impresión del muchacho, en La Heroica de 1915:

Cartagena me fascinó, era la primera ciudad de veras que conocía y me pareció un sueño. Su arquitectura de tipo español antiguo, con sus murallas y balcones corridos, sus muros blancos, sus techos rojos, hacían un contraste inolvidable. La ciudad engastada en el mar siempre azul. La vida de la ciudad era tranquila y silenciosa; no había industrias ruidosas y todo el mundo parecía ocuparse solo del problema de cada día, sin angustias ni afanes.

Allí contó con la ayuda de un pariente, quien le despejó el camino de la burocracia:

Él me dio consejos muy prácticos para mi vida futura en Cartagena, siendo el primero que aprendiera a escribir a máquina, como el medio más probable de conseguir trabajo en alguna oficina de la ciudad. Él me facilitó una máquina oficial y un rincón en la Agencia donde podía practicar el aprendizaje en horas libres de su oficina. Emprendí ese estudio con furor, y en menos de dos semanas pude escribir a máquina como cualquier burócrata.

Abreviando el cuento, en la Universidad de Cartagena principió los estudios de Medicina. Por carencias materiales y, sobretodo, por nula vocación, se pasó a Derecho. Como no solo de códigos vive el hombre, allí comenzaron a salir sus versos en la prensa. En 1920, publicó su primer  libro, Las campanas del  Angelus, bien recibido por los críticos.  En  1923,  gana la  suma  de  500  dólares, en un  concurso, con el poema A Cartagena de Colombia.

Residencia en Bogotá.

En 1924 llega a Bogotá, a matricularse en  la  Facultad de Derecho de la Universidad Nacional. En 1926, ingresó en la Sociedad Jurídica, con el trabajo Las obligaciones en derecho civil colombiano. Su tesis de grado, en 1928, se tituló Alegato ante la Corte Suprema de Justicia.
Volviendo a su vida literaria, en 1930 publicó dos libros distintos: una Vida de Bolívar: para los niños, a propósito del centenario del Libertador; un poemario Canciones humildes. Versos pasados de moda. Hace, mientras tanto, una lucida carrera profesional. Mas aquí nos interesa su actividad cultural.

Sus mejores versos.

P5

En 1942 nace, de la mano de su esposa, la Librería Editorial La Gran Colombia. Desde 1947, aparecen los cuadernillos de poesía con el título Sus mejores versos. La colección vivió dos décadas, en que alcanzó a producir la friolera de más de un millón de ejemplares (otros dicen dos).
Hasta su cierre, en 1986, funcionó en la 18 con 7.a.
De la librería, hemos hallado la siguiente anécdota, contada por GGM:
En , disponible en la red.

En Vivir para contarla, disponible en la red.

De Simón Latino dijo Juan Gossaín: “Aquí yace el hombre que emprendió la titánica tarea de llevarle al pueblo, en fascículos baratos, la obra de los poetas de Colombia y del mundo: que logró vender versos en las plazas de mercado entre el cacareo de las gallinas y el olor de las lechugas; que escribió unos versos propios que ya nadie recuerda; que tradujo estrofas de los cantores haitianos del vudú y del amor; este hombre que además de todo esto, enseñaba los trucos del derecho administrativo mientras compilaba a Rubén Darío”[2].
En El Tiempo.

En El Tiempo. Fray Lejón era el seudónimo de Federico Rivas Aldana.

En el Archivo Histórico.

Conservamos una obrita del Dr. Pareja (E30N006) que, como ya se dijo, le abrió las puertas de la Sociedad Jurídica.

Pareja Ros

Fuentes: En libro, lo más reciente es: Simón Latino y la librería La Gran Colombia, patrimonio cultural de Bogotá, por Albio Martínez Simanca. Bogotá: Alcaldía Mayor, 2004.

[1] Esta y las demás citas, de Martínez Simanca, en Revista Semana, http://www.semana.com/on-line/articulo/fragmento-simon-latino/70549-3

[2] Sandra Colombo, Recordando a Simón Latino. Disponible en http://documents.mx/documents/recordando-a-simon-latino.html


Horacio en el Rosario: traductores colombianos

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Uno de los hijos de este colegio aumentó la biblioteca de traductores colombianos, capítulo Horacio. Francisco Vergara Barros fue colegial y uno de los primeros alumnos del doctorado en Filosofía, graduado en 1896. Su tesis versó sobre La vida y las obras de Quinto Horacio Flaco, publicada ese mismo año en Bogotá.
En política, llegó a ser gobernador del Magdalena, de donde era oriundo (1908-9). Tiempo después, en asocio de otros rosaristas que ocupaban curules en la Cámara de Representantes, logró pasar un proyecto de Ley en busca de un auxilio para la reparación del Claustro, proyecto que luego fue apoyado en el Senado por el también rosarista Dr. Pomponio de Guzmán. Todo ello vino a parar en la Ley 58 de 17 de noviembre de 1917, con que se ayudó a remediar los estragos del terremoto de dicho año.

Horacio en Colombia.

Reseñamos, en esta ocasión, el libro de Vergara (n. topográfico E37N152), publicado en 1915, según se ve en la imagen:

v7

Tenemos, pues, que Vergara pulió sus versiones al menos por dos décadas. Y en ellas seguía, cuando lo sorprendió la muerte en 1921.
De los inicios de su ardua labor, hay mención en un artículo de la Revista Gris (Tirado, R. (Julio, 1894). Traductores. Vol. 2 (7). Consultado en: http://www.bibliotecanacional.gov.co/revistas/index.php/rgris/article/view/599/662):

v4 - copia

Pocos meses antes, Salomón Ponce Aguilera, codirector de la revista, escribió a Menéndez Pelayo solicitándole un concepto sobre las versiones del colombiano. Consultando la biblioteca virtual dedicada al sabio peninsular, parece que nunca contestó la solicitud:
Imagen del copiador de correspondencia, disponible en www.larramendi.es

Imagen del copiador de correspondencia, disponible en http://www.larramendi.es

Entrando en materia, elegimos una breve poesía horaciana, de fácil inteligencia, para proceder a mirar el mérito de Vergara, comparando con otra versión por Miguel Antonio Caro, a quien Vergara le dedica el volumen de traducciones.
Hor. Od. I 8:

Lydia, dic per omnis

te deos oro, Sybarin cur properes amando

perdere, cur apricum

oderit campum patiens pulveris atque solis,

cur neque militaris

inter aequalis equitet, Gallica nec lupatis

temperet ora frenis?

cur timet flavum Tiberim tangere? cur olivum

sanguine viperino

cautius vitat neque iam livida gestat armis

bracchia saepe disco,

saepe trans finem iaculo nobilis expedito?

quid latet, ut marinae

filium dicunt Thetidis sub lacrimosa Troiae

funera, ne virilis

cultus in caedem et Lycias proriperet catervas? [reproducimos el texto que da Perseus Digital Library]

Veamos ahora las versiones:

v8a

Izquierda, Vergara, Odas de Horacio, 46-7; derecha, versión de Caro, en sus Obras completas, tomo I: 213-4; disponible en archive.org

Análisis:

vv. 1-4 (del original): coinciden ambas versiones; sin embargo, “avezado gozaba / en sufrir el sol y el polvo”, de Caro, parece más cercano al patiens pulveris atque solis.
vv. 5-7: “rige galicano potro”, de Caro, hace pensar en anglicano, adjetivos más corrientes en sentido religioso.
vv. 8-12: “a llegar no se atreve / orillas del Tibre rojo”, de nuevo Caro, empleando arcaísmos. Vergara no traduce flavus, referido al Tíber, definido así por el LSJ: reddish yellow (from the puzzolan earth on its ground). Olio es variante de óleo, como Tibre de Tíber.
Mejor Caro cuando dice “airoso” que Vergara “hábil es”, por el latín nobilis.
vv. 13-6: ambos simplifican filium marinae Thetidis en Aquiles. Al contrario, amplifican caedem (matanza) en “cruel fiera matanza” y “terrífico destrozo”.

Bibliografía:

Vergara, F. (1915). Odas de Horacio. Bogotá: Arboleda & Valencia.

Rivas, J. (1993). El latín en Colombia. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo.

Ortiz, Á. (2003). Historia de la Facultad de Filosofía y Letras: 1890-1930. Bogotá: Centro Editorial Universidad del Rosario.

 

Apéndice.

Compartimos una versión inglesa en prosa, de Niall Rudd para Loeb Classical Library:

Inglés

 


Rafael Reyes, panamericano

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Se reduce con frecuencia la figura de Rafael Reyes a la política, en tiempo de paz o de guerra. Hoy presentamos otros aspectos de ese hombre polifacético.

Conferencias internacionales americanas.

En 1888, una ley autorizó al presidente de los Estados Unidos para invitar, en su capital, a los estados americanos a reunirse en conferencia. Ello con los propósitos de discutir un plan de arbitraje para la solución de posibles conflictos, así como de estrechar relaciones comerciales entre los estados del hemisferio.
La segunda conferencia se reunió en México (22-10-1901 a 31-1-1902), con un programa similar al de la anterior. El vicepresidente Marroquín designó al señor Rufino José Cuervo para la representación nacional[1], quien declinó el nombramiento por motivos de salud. En fin, el propio general Reyes, a la sazón ministro en Francia, aceptó el encargo.

Reyes en la Conferencia.

Pues bien, el general se encargó de promover la abnegada causa del señor Cuervo. Fruto de ello es la Proposición para que los Gobiernos de las Repúblicas americanas subscriban Frs. 210 000, para la edición completa del “Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana” por D. Rufino J. Cuervo. De quince países que comprendía la iniciativa, solo firmaron trece (faltaron República Dominicana y Honduras). La edición constaba de 1200 ejemplares y se encargaba al país anfitrión de recaudar y remitir el dinero al autor de la obra, para finalmente distribuirla en los países contribuyentes.
No solo eso: la Conferencia acordó un Tributo al general don Rafael Reyes, en virtud de sus exploraciones sobre la navegación del Putumayo y otros afluentes del Amazonas. Recomendaba, asimismo, fomentar la publicación de una obra geográfica producto de dichas exploraciones.

Reyes en el Archivo.

Efectivamente, las andanzas del general tuvieron consecuencias bibliográficas: A través de la América del Sur: exploraciones de los hermanos Reyes. Trabajo presentado en la II Conferencia Pan-Americana reunida en México, por el general R. Reyes, delegado de Colombia. México-Barcelona: Ramón de S. N. Araluce Editor. Esta bella obra (de gran formato: 38 cm) es otra de las curiosidades que esconde el Archivo (E24N004).

Reyes A través

La obra fue reimpresa, en 1979, por la Flota Mercante Grancolombiana.
De su contenido, María Ortiz indica que es una visión idealizada de los hermanos Reyes, como “héroes del progreso y la civilización”; donde el general se compara con viajeros de la talla de Stanley y Livingston, sin evaluar las consecuencias del “progreso”.

¿Y del Diccionario…?

Como sabemos, el señor Cuervo había principiado la publicación de su obra en París y 1886 (I: A-B). También que en vida solo vio el tomo II (1893: C-D). Muerto don Ángel en 1896, parece que don Rufino dejó de lado la empresa para concentrarse en sus Apuntaciones. Las conferencias panamericanas (sexta y novena) continuaron apoyando, al menos formalmente, el Diccionario. Sin embargo, la obra completa apenas vio la luz en… 1994.

FN-000001 - copia

[1] Reyes, en carta a Cuervo de 21-9-1901.

Fuentes:

Lo referente a la II Conferencia se consultó el 18-1-2016 en el sitio http://www.dipublico.org/conferencias-diplomaticas-naciones-unidas/conferencias-inter-americanas/conf-inter-amer-1889-1938/

Sobre el libro de Reyes, Ortiz, M. (2011). Textual Forests. The representation of landscape in Latin American narratives. En R. Tally (ed.), Geocritical Explorations: Space, Place, and Mapping in Literary and Cultural Studies (63-74). Consultado en books.google.com.co

Lo referente a Cuervo y Reyes viene de Cuervo, Á., Cuervo, R. (1990). Epistolario de Ángel y Rufino José Cuervo con colombianos. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo.

Sobre Cuervo, véase Santos, E. (2006). Rufino José Cuervo, un hombre al pie de las letras. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo.


El Inca Garcilaso de la Vega, cuarto centenario

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Cuatro centurias se cumplen de la desaparición del primer mestizo americano. En efecto, al decir Inca Garcilaso de la Vega se reúnen lo americano y lo peninsular, en una de las primeras figuras intelectuales del Nuevo Mundo.

La obra.

El Archivo Histórico conserva una obra del Inca: La Florida del Inca. Historia del adelantado Hernando de Soto, etc.
Nótese la forma Cozco.

Nótese la forma Cozco.

Aparecida en Lisboa y 1605, trátase aquí de una edición enmendada de “muchas erratas de la primera y añadida copiosa Tabla de las cosas notables”, además del ensayo cronológico hasta 1722, como puede verse en la portada.
La obra narra la expedición de Soto a la Florida (1539-43), según se la refiriera al autor un testigo, el capitán Gonzalo Silvestre. El Inca tuvo, al parecer, conocimiento de otras crónicas, pero se considera como su fuente el testimonio oral.

El autor se declara simple “escribiente”.

 

Curiosa captatio

Curiosa captatio beneuolentiae (petición de buena voluntad): “las faltas que lleva se me perdonen, porque soi Indio”.

 

El editor

El editor, Grabiel Daza de Cárdenas (seudónimo de Andrés González de Barcia Carballido y Zúñiga), reproduce la lápida del Inca.

Luego de proemios y aprobaciones, viene por fin la crónica:

F5

Un sumario realmente provocativo.

Un sumario realmente provocativo.

Una muestra del lenguaje y tono de la crónica:
III 7 p. 120.

III 7 p. 120.

Recomendamos, pues, esta obra a la curiosidad de los lectores.

Los cerros desde el Archivo (exposición)

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A propósito del desastre ambiental de la semana pasada, hemos ubicado en el Archivo todo lo referente a montañas (orografía) y geografía en general. Parte de la muestra consiste en imágenes que tienen por fondo ese gran telón natural, testigo mudo de la vida del Rosario y de la ciudad. La exposición comprende las siguientes piezas. 

Bibliografía.

CO

CO AHUR ALB01 FOT0055.

En el principio, fue Caldas. Ensayo de una memoria sobre un nuevo método de medir las montañas por medio del termómetro y el agua hirviendo etc., por D. Francisco José Caldas. Lawalle Joven y Sobrino: Burdeos, 1819.
A continuación, y en voluminoso formato cuarto,  Manuel M. Paz y Felipe Pérez presentan el Atlas geográfico e histórico de la República de Colombia etc. Publicado por la Imprenta A. Lahure, París, 1889.
Detalle.

Detalle orográfico e hidrográfico del Atlas.

De autores extranjeros tenemos la obra de Eliseo Reclus, Colombia. Papelería de Samper Matiz, Bogotá, 1893.
AHUR ALB01 FOT0055

CO AHUR ALB01 FOT0057.

Siguiendo con ediciones extranjeras de asuntos nacionales, exhibimos el Paseo del Agua Nueva, del Álbum de costumbres colombianas según dibujos del señor Ramón Torres. Publicado por la Junta nacional del Primer Centenario de la proclama de Independencia de la República de Colombia. Victor Sperling, Leipzig, 1910.
De la Revista del Rosario extractamos dos artículos: Trabajos sobre física. Informe al doctor Liborio Zerda sobre la altura al cerro de Guadalupe por la comisión de la clase de física (Vol. 9 N. 86 julio 1913; pp. 339-41). Excursión estudiantil. El cerro de La Viga. Por A. M. Barriga Villalba (Vol. 18 N. 177 agosto 1923 ; pp. 434-8).
Cerrando la sección impresa, un mapa del Virreinato de Nueva Granada, tomado de Flora de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada etc. Ediciones Cultura Hispánica, Madrid, 1957.
AHUR ALB01 FOT0055

CO AHUR ALB01 FOT0065.

Fotografía.

Además hay fotos: en todas se divisa Monserrate desde el Claustro, una a. C. y otras d. C. (antes y después de la erección de la estatua de fray Cristóbal). Referencias: CO AHUR ALB01 FOT 0055, 0057 y 0065.
ALB 07.2 FOT 124

CO AHUR ALB7,2 FOT0124.


La Biblioteca Antigua (novedades bibliográficas)

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Desde la misma tapa se advierte el buen gusto del diseño

Desde la misma tapa se advierte el buen gusto del diseño, obra de Camila Cesarino Costa.

La Editorial de la Universidad del Rosario acaba de presentar al público el libro institucional del año 2015: Biblioteca Antigua. Circulación y conocimiento. Más allá de los elogios que merece la obra por su concepción, edición, diagramación, diseño, fotografía e impresión, para el Archivo Histórico de la Universidad esta obra es motivo de inmensa satisfacción. No solo porque pone de relieve la riqueza e importancia de su fondo impreso, sino porque todo el componente gráfico del libro –que no es poco– reproduce hermosamente imágenes que, en su totalidad, provienen de las obras que se guardan en dicha Biblioteca.
FN-000001

Un libro de esta clase no podía escatimar las capitales ilustradas.

Por sugerencia de la Editorial, se encomendó al Archivo Histórico hacer una selección de imágenes, teniendo en cuenta no solo los elementos estéticos y gráficos de los libros, sino las temáticas representativas de las cátedras que se enseñaron antiguamente en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario: Filosofía (Artes), Teología, Derecho civil, Derecho canónico y Medicina.
Las marcas

Las marcas tipográficas recuperan, fuera de la portada, todo su valor ornamental.

Desfilan, pues, por las páginas de esta obra tapas decoradas (madera o cartón forrados en piel, desgastadas por el paso de siglos) o sencillos pergaminos amarillentos; portadas ricas y elegantes o pobres y monocromas de algunos libros de texto, nacidos en modestas imprentas. Ediciones holandesas de Elzevir, de perfección minuciosa, acompañan apuntes manuscritos de catedráticos (por ejemplo, don Agustín Manuel de Alarcón y Castro) que “leyeron” sus cátedras en este Colegio Mayor durante la Colonia. Páginas en dos columnas, con caracteres góticos, como el incunable con los comentarios al Decreto de Graciano. O como los textos de antiguas leyes españolas que comenta –en latín– don Juan López de Palacio Rubios. También prolijos tratados de medicina, en los que se hermanan los autores griegos, árabes y judíos, maestros de la naciente ciencia médica europea.
Bonita

Bonita cenefa tipográfica, con “letra de suma”.

Además de estos aspectos gráficos, se destacan en el libro los rastros evidentes de las diferentes formas de la intervención inquisitorial de la censura, a tiempo que se explican sus motivaciones y procedimientos. En todos estos ejemplos y en los demás libros que siguen en el silencio de sus anaqueles, se resume y condensa el saber que era imperativo en la instrucción que impartían las instituciones de enseñanza coloniales.
El ex libris más famoso del Claustro.

El ex libris más famoso del Claustro, en composición con el párrafo.

Es de destacar que muchos de los libros que se muestran en Biblioteca Antigua. Circulación y conocimiento, pertenecieron a la Biblioteca personal de fray Cristóbal de Torres, arzobispo del Nuevo Reino y fundador de este Colegio Mayor (1653). Es importante señalar su afición por la medicina: la mayoría de los libros antiguos de medicina eran suyos. Y lo más sorprendente es que los leía con cuidado y con conocimiento. En una de las páginas del libro se resalta una nota marginal, de su puño y letra: “Medicamentum hoc inutile est” (este remedio no sirve). Su biblioteca personal constituyó la base sobre la que empezó a construirse esta Biblioteca Antigua.
Aunque rústicos

Aunque rústicos, los tipos griegos dan una belleza críptica, escultórica.

 

La censurable práctica de la censura

La censurable práctica de la censura, valga la redundancia, encuentra su valor estético en estas páginas.

Jaime Restrepo Z.


Camilo Torres, la Iglesia y lo social

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A propósito de un aniversario.

Medio siglo se cumple de la desaparición de una de las figuras más interesantes del siglo XX colombiano: Camilo Torres jugó su corazón a lo social y se lo ganó la violencia.
Por la trayectoria misma de su vida, de los estudios que realizó y de las opciones que tomó, es posible afirmar que Camilo Torres Restrepo fue un hombre insatisfecho y siempre en búsqueda. Vivió una doble exigencia: la primera, proveniente de su fe y su sacerdocio; la otra, de la necesidad de buscar salidas a la situación de “injusticia estructural”, como se decía entonces. Él consideró que ambas exigencias coincidían y eran una misma cosa.
En su decisión por el sacerdocio, hay que ver una opción de entrega a los demás, en el servicio. Esa formación lo puso en contacto con inquietudes que habían empezado a surgir en la Iglesia, a partir de las graves consecuencias sociales de la Revolución industrial, al finalizar el siglo XIX. Pastores de avanzada (como el obispo Von Ketteler, de Maguncia), formularon doctrinas sociales que fueron recogidas y proyectadas por la encíclica Rerum Novarum, de León XIII. A partir de ella, la Iglesia empieza a plantear sistemáticamente su respuesta a los múltiples problemas sociales de la humanidad. Se suceden los documentos de los papas sobre la materia y surgen, en diferentes partes, movimientos que buscan la unión entre el ser y el actuar de los católicos (acción católica), con intervenciones concretas que respondan a las necesidades sociales de los más necesitados (acción social católica).
El

El arzobispo Pecci ayuda a los pobres, por Karl Benzinger (Fuente: Wikipedia).

Son varios los ejemplos que tenemos en Colombia de estas intervenciones, promovidas por la Iglesia o por algunos de sus miembros. Pero gran parte de ellas se mueven en el ámbito de la beneficencia y de la asistencia. Pasan los años y no hay respuestas adecuadas (y, menos aún, eficaces), por parte de los Estados, a esas necesidades. Al contrario, las injusticias y la explotación crecen sin límite, reforzadas por políticas que están muy lejos de propiciar el bien común. Y dentro de la Iglesia católica, a pesar de la “puesta al día” que representó el Concilio Vaticano II, surgen divisiones entre sus miembros (especialmente en algunos sectores del clero) sobre la forma de entender y de plantear las acciones para cambiar esa sociedad injusta. Para algunos -Camilo entre ellos- solo es posible romper con todo y emprender una revolución estructural que se resolverá con las armas…
Este es el contexto de las grandes decisiones existenciales de Camilo Torres Restrepo. ¿Equivocadas? ¿Correctas? No nos compete a nosotros ese juicio. En este momento, recordemos a un hombre insatisfecho y siempre en búsqueda, que quiso servir a los demás. Y que se empeñó en ello hasta las últimas consecuencias. Si no estamos de acuerdo con su decisión y si consideramos que ese “camino” armado es una vía muerta, hoy improcedente, tenemos que valorar su lección de servicio y de generosidad.

A propósito de un libro.

S1

La biblioteca del Archivo Histórico no es solo Corpus Iuris y Summa Theologica. Conserva también piezas curiosas como La acción social católica en Colombia. Manual de sociología práctica. Nótese el pie de imprenta: Bogotá: Arboleda & Valencia, 1915. Su autor es un hombre de la Compañía, el padre Jesús María Fernández (1877-1973), rector de la Universidad Javeriana (1932-5) y decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas.
Es decir, la obra es hija de la Rerum Novarum. A continuación, un resumen del contenido:
Carta de su santidad Pío X al Episcopado colombiano; Prólogo del Excelentísimo señor Delegado Apostólico; Aprobaciones del Episcopado.
Parte 1 – 3: Naturaleza de la acción social católica; Fin y objeto de la acción social católica; Importancia de la acción social; Normas de la acción social católica — Idea general de las varias obras sociales; Unión popular; Asociaciones de la buena prensa; Instrucción y propaganda oral; Lucha contra el vicio; Obras escolares y post-escolares; El fin económico en general; Cooperativas; Mutualidades; Sindicatos y Uniones profesionales; Unión de las diversas asociaciones; Acción social del clero — Práctica de algunas obras sociales.
Aprobaciones eclesiásticas.

Aprobaciones eclesiásticas. “Como los censores de la Compañía lo revisaron y aprueban, damos permiso de que se imprima, si lo creyeren pertinente”.

Jaime Restrepo Z.

¡General, pare ud. la guerra! Entrevista a M. J. Bonnet

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Hace años, un oficial de alta graduación advirtió que el país tenía que acostumbrarse a oír a sus generales.
Efectivamente, hace cosa de veinte años que un general habló; y el país lo recuerda cada vez que se habla de paz. Pues bien, cogimos al general (r) Bonnet (de papaya, como se dice) en los pasillos del Rosario y le pedimos que nos recordara su peregrina idea para detener el conflicto, tema también recurrente en este país (aunque puede que esta sea la última vez, esperamos). Muchos años después, Bonnet habla https://www.youtube.com/watch?v=_HSiV-jZCQo[/embed] sobre la paz y la cultura griega.
Lysistrata defending

Lysistrata defending the Acropolis, por Aubrey Beardsley. Estas y otras en Illustrations to Lysystrata, en líena: https://ebooks.adelaide.edu.au/b/beardsley/aubrey/lysistrata/

Lisístrata en el Archivo.

Tenemos dos ediciones de Lisístrata. Una edición por Teodoro Bergk (1852), Aristophanis comoedias. Vol. II continens Aves, Lysistratam, Thesmophoriazusas, Ranas, Ecclesiazusas, Plutum. Lipsiae: Teubner.

FN-000000

Otra edición, con traducción inglesa, es la existente en la Biblioteca Loeb, a saber, Aristophanes III. Birds, Lysistrata, Women at the Thesmophoria. Ed. and trans. by Jeffrey Henderson. Cambridge, Massachusetts; London, England (2000): HUP. De la Introducción a dicho volumen tomamos lo siguiente:

FN-000005

La comedia fue producida por Calístrato en 411, posiblemente durante las fiestas Leneas. La pieza forma parte de las comedias políticas del autor, tema dominante en su producción de la década de 420. Allí, pues, aboga por la solución negociada y el panhelenismo. Históricamente, Atenas iba perdiendo la guerra, desde el desastre naval de Siracusa, en 413; el ejército espartano estaba a las puertas de la ciudad y sus aliados la estaban dejando sola. Además, había inteligencias entre espartanos y persas, incluso atenienses tenían contacto con Tisafernes. En ese ambiente de miedo y de sospechar conspiraciones, resulta nuestra cómica heroína con la suya propia: desbaratar los ejércitos (según el significado de Lisístrata en griego) mediante la privación sexual, a tiempo que se impide el giro de recursos para la guerra. El resultado: a los seis días los dos bandos pactan…
Argumento.

Argumento. Una tal Lisístrata, pergeñando una reconciliación entre los griegos, convocó una reunión, en Atenas, de las mujeres, incluso peloponesias y beocias. Persuadiéndolas de jurar no juntarse con los varones antes que dejaran de combatir entre sí, deja unas allí y ella misma con las demás se dirige a la Acrópolis, etc.

Aquí no solucionamos la emergencia en seis días: nos ha tomado casi sesenta años.

Curiosidades de la censura.

A nadie extraña que un cómico sea vulgar en la expresión. Extraña sí el caso de las versiones españolas de Aristófanes en que, cuando el lenguaje sube de color, el traductor pasa del español al latín. Vaya un ejemplo. Habla la protagonista:
ἀλλ᾽ οὐδὲ μοιχοῦ καταλέλειπται φεψάλυξ. / ἐξ οὗ γὰρ ἡμᾶς προὔδοσαν Μιλήσιοι, / οὐκ εἶδον οὐδ᾽ ὄλισβον ὀκτωδάκτυλον, / ὃς ἦν ἂν ἡμῖν σκυτίνη ‘πικουρία.
Intervención que un púdico traductor vierte así:
Nota

González, 87.

Henderson, en cambio: “Even lovers had vanished without a trace. Ever since the Milesians revolted from us, I haven’t even seen a six-inch dildo, which might have been a consolation, however small”.
Es decir, nuestro púdico amigo nos está escatimando el six-inch dildo, convertido en un vago recurso para consolar; además de “which might have been a consolation, however small” (lo de small son puras conjeturas de Henderson). En latín sí está, pero ni modo de ir a pedirle la traducción del pasaje a un cura…
Y cuando uno busca la palabra clave, da en un callejón sin salida: ὄλισβος, penis coriaceus. Es decir, dildo (para seguir la corriente de censura lingüística).

*Sobre la censura de autores clásicos: Marta González González. (2007). La censura en las traducciones de los clásicos griegos. El ejemplo de Platón y Aristófanes. Faventia 29/1. En línea.

 


Don Quijote, grabado en el Archivo (exposición conmemorativa)

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Aprovechando la inauguración de una exposición en homenaje a Cervantes, los remitimos a nuestro nuevo blog institucional.

Cblog


Alciato para hispanohablantes

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La obra del humanista milanés (Emblematum libellus, 1531) fue acogida rápidamente en el mundo hispano. Ya en 1549 circulaba una traducción de los emblemas en rima española y, cambiando de centuria, aparecerán acompañados del comento del catedrático Diego López.
Lea el texto íntegro.

Contrapunteo de bibliotecarios

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Como ya se ha visto en este blog, las guardas de los libros tienen vida, ora se defienda una escuela filosófica, ora se aconseje la lectura de un autor clásico. La cosa puede dar para desahogos más ligeros, con cierto tinte filosófico: un bibliotecario se pregunta si siglo y pico es poco o nada, a lo que le responde un colega, de otro siglo (que ya ustedes me dirán si es nonada, para usar un arcaísmo), con una graciosa décima.

La obra huésped, si se nos permite el biologismo, es Instituciones politicas: al serenissimo señor don Baltasar Carlos, principe de las Españas, y Nuevo Mundo, por Diego de Tobar Valderrama (Madrid, 1645).

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Ahora veamos lo que ponen las guardas:

Cabrera décima

Aunque el bibliotecario de 1925 es anónimo, por sus inclinaciones poéticas sugerimos identificarlo con Franco Quijano.

Nariño y las lecturas de su época

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En una imagen monumental de Nariño, que decora temporalmente los muros de la Biblioteca Nacional, llama la atención una pila de libros en que el prócer descansa cómodamente los pies.
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Veremos, pues, cuáles de esos autores existen en el Archivo Histórico.
En lo más alto de la pila, figura Suárez. Llamado Francisco (1548-1617) y conocido por el alias de Doctor Eximio, el humanista español está bien representado: una docena de obras teológicas, principalmente de comentario a santo Tomás (alias Doctor Angélico).
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Commentariorum ac disputationum in Tertiam partem Divi Thomae tomus primus [primer tomo de los Comentarios y discusiones sobre la Tercera Parte de la Suma de santo Tomás].

Le sigue Newton, de quien mucho se ha dicho en este blog. Les sigue el ya mentado santo Tomás. Su registro más antiguo es un comentario a Aristóteles, De generatione et corruptione, edición veneciana de 1505.
Letra muy menuda en las notas, como para ser escrita con pluma.

Letra muy menuda en las notas, como para ser escrita con pluma.

La Historia natural de Buffon existe en ediciones francesa y castellana.

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Linneo brilla por su ausencia. Benito Bails figura con Elementos de matemática.

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Heinecio (Johann Gottlieb Heinecke) figura, de la mano de Arnoldo Vinio (Arnold Vinnius).

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Raynol no existe. Pero sí Raynal, Guillermo Tomás; ilustrado francés y director de una extensa y colectiva Historia filosófica y política:

Raynal

De Ovidio destacamos la bella edición plantina de los Fastos.
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Anaptyxis es palabra griega que significa explicación.

Diderot ni Voltaire constan en el catálogo, por lo menos en el siglo XVIII. Más sorprende la ausencia de Benito Jerónimo Feijoo o de Cervantes.
Expurgado de orden

Expurgado de orden del Santo Tribunal de la Fe. Santa Fee. Agosto 1 de 1771. Fray Francisco de San Joaquín, calificador y censor del Santo Oficio.


Bertillonaje. A propósito de un sistema de identificación criminal

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Bertillonaje. A propósito de un sistema de identificación criminal

Marcela Camargo Mesa

Asistente de investigación Archivo Histórico de la Universidad del Rosario

 

Entre  los libros de medicina legal que se conservan en el Archivo Histórico de la Universidad del Rosario, que eran consultados por los estudiantes de la Universidad a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se encuentran varios manuales de medicina legal. En ellos se puede observar la evolución de los métodos de identificación criminal implementados en el siglo XIX en Europa y aplicados mundialmente.
A mediados del siglo XIX, surgió en la prefectura de París un sistema que buscaba clasificar y sistematizar los perfiles criminales. Clasificar este tipo de información respondía al afán de la época por ordenar y controlar “la incontrolable realidad”. Con ese fin, se comenzaron a implementar una serie de tarjetas de presentación y el uso de la fotografía judicial, instrumentos que facilitaban la comparación y relación de información sobre los sujetos detenidos por la policía en todo el país (Fessler, 2015, pág. 21).
Ya para 1872, un policía francés llamado Alphonse Bertillon estableció, en la prefectura de París, un protocolo que se conocería como bertillonage[1]. Se trataba de un sistema que hacía uso de la antropometría y la fotografía para la identificación y creación de perfiles criminales, según los patrones medibles de las formas particulares del esqueleto humano que, al estabilizarse a la edad de los 25 años, dotaban a cada sujeto de una identidad propia. Bertillon instaló una sala especialmente preparada para el área antropométrica, con el instrumental necesario para la toma de mediciones (cráneo, extremidades y busto). Sobresalía allí un “compás de espesores”, fijado con tornillos a un punto inamovible para asegurar un cálculo más “objetivo”, comparable con las fotografías conservadas en expedientes judiciales y carcelarios (Fessler, 2015, pág. 21).
Identification anthrométrique (1893) de Alphonse Bertillon, editado en 1914.  https://es.wikipedia.org/wiki/Alphonse_Bertillon#/media/File:Bertillon_-_Signalement_Anthropometrique.png

Identification anthrométrique (1893) de Alphonse Bertillon, editado en 1914.
https://es.wikipedia.org/wiki/Alphonse_Bertillon#/media/File:Bertillon_-_Signalement_Anthropometrique.png

La obra Précis de médecine légale[2] (Compendio de medicina legal), publicado en París en 1921 y conservado en el Archivo Histórico de la Universidad del Rosario, contiene varios ejemplos de las fichas de sistematización de perfiles criminales propuestos por el bertillonaje.
Las fichas permitían encontrar las imágenes en el voluminoso archivo policial, gracias a una descripción resumida de medidas y rasgos, que permitía la organización del material en un sistema de archivo seriado en divisiones sucesivas. Las fichas se ordenaban no solo por sexo, sino también en subdivisiones por estatura, tamaño de cabeza, longitud de pie y dedo medio izquierdo; y el correspondiente antebrazo y el color de ojos. Se obtuvieron así unos cincuenta grupos, lo que permitía una búsqueda eficiente (Fessler, 2015).

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La fotografía judicial, a diferencia de la fotografía social, debía poner en evidencia las imperfecciones físicas del individuo: manchas, arrugas, cicatrices y todo aquello que aportara información para la identificación, rasgos complementados con la información antropométrica porque no había “nada más falaz que una fotografía mal interpretada y donde se buscan tan solo rasgos de semejanza general, sin regirse por ningún método exacto” (Thoinot, 1928, pág. 626). Esa necesidad de un método fue satisfecha por el sistema de Bertillon.
La criminología positivista del siglo XIX dirigió sus esfuerzos al estudio de los criminales, antes que el tipo de crimen, por ello se dedicó a analizar y tipificar a los sujetos, buscando poder así controlar la reincidencia. En el Congreso de Antropología Criminal de 1885 (Roma), se consagraron las ideas de la escuela positiva ajustada a la visión universal del orden: conocer la naturaleza del criminal para controlar el orden social.
Entre los postulados de fin de siglo XIX sobre las causas de la naturaleza criminal, se encuentran los de Cesare Lombroso y Raffaele Garofalo, que planteaban que el delito era natural a determinados sujetos, como un rasgo biológicamente intrínseco, principalmente hereditario (Fessler, 2015). En esta vertiente biológica positivista se inscribía el método de Bertillon.
Se conserva asimismo en el Archivo Histórico Le crime, causes et remèdes[3], una de las obras de C. Lombroso, que dedica un aparte a los métodos de identificación criminal afirmando que: “Entre todos los sistemas propuestos en esta materia, es indudablemente el de Bertillon el más impresionante”[4] (Lombroso, 1907).
La prensa de medición. “La policía deberá servirse sistemáticamente de esta herramienta”, dice Lombroso con la fotografía que ilustra el método (Le crime, causes et remèdes, 1907, pág. 305).

La prensa de medición. “La policía deberá servirse sistemáticamente de esta herramienta”, dice Lombroso con la fotografía que ilustra el método (Le crime, causes et remèdes, 1907, pág. 305).

A pesar de la gran acogida del sistema de Alphonse Bertillon, ya en las últimas décadas del siglo XIX comenzó a criticársele porque la fotografía judicial no daba cuenta de los cambios fisionómicos naturales o artificiales de los individuos, y porque las mediciones antropométricas estaban sujetas a errores. A dichas debilidades se contrapuso un nuevo sistema: la dactiloscopia, que respondía convenientemente a los problemas mencionados. La información de la huella dactilar no variaba con el tiempo y su recolección era muy simple, por lo que terminaría dominando la metodología de identificación (Fessler, 2015).

Fichas de identificación del archivo policial. Formas generales de la cabeza y rostro según los manuales de A. Bertillon (Vibert, 1921, págs. 568-569).

El fracaso del método del policía francés Alphonse Bertillon fue más evidente cuando, en 1903, en una prisión de Kansas (EE. UU.), un hombre llamado Will West fue identificado con el sistema de medidas del bertillonaje y, en la misma penitenciaría, se encontró otro  hombre identificado con las mismas medidas en los patrones faciales establecidos. (National Law Enforcement Museum, 2011). Posteriormente, en los manuales se atenuaría la universalidad del sistema de identificación basado en rasgos físicos:
Resulta, por consiguiente, que ninguna de las anomalías que constituyen el tipo criminal, cuando están reunidas (con otros rasgos), puede ser considerada aisladamente como características del individuo criminal, pues se las suele encontrar también en hombres normales; las relaciones cuantitativas  son las únicas que diferencian a los unos de los otros (Thoinot, 1928, pág. 645).
Patrones en la forma de la frente, la  nariz y las orejas, propuestos por el bertillonaje (Vibert, 1921).

Patrones en la forma de la frente, la nariz y las orejas, propuestos por el bertillonaje (Vibert, 1921).

Sin embargo, el sistema de identificación criminal de Bertillon continuó practicándose en distintos lugares del mundo, durante las primeras décadas del siglo XX. En la oficinas antropométricas de Buenos Aires y Montevideo, por ejemplo, como lo expone Daniel Fessler (El delito con rostro: los comienzos de la identificación de delincuentes en Uruguay, 2015). Ya se ha mostrado que existían manuales de 1907 y 1928, como los que conformaban la biblioteca de la Universidad del Rosario, hoy conservados en su Archivo Histórico, en los que se consideraban válidas y útiles las técnicas del bertillonaje.
Estas permanencias pueden explicarse, en que a pesar de que las huellas dactilares podían sustituir como mecanismo de identificación al bertillonage, la fotografía y la información reunida en las fichas daba una identidad visible, evidente, casi que una personalidad “real”; cuestión que buscaba la escuela criminológica positivista.
Se puede decir, entonces, que en la fotografía judicial, en la elaboración de retratos hablados y en los sistemas de organización  de información sobre la identidad no solo criminal, sino de la ciudadanía en general[5], sobreviven hasta hoy numerosos elementos del sistema de Bertillon.

 

[1] En español: bertillonaje.

[2] Catalogación del Archivo Histórico de la Universidad del Rosario: E26N014.

[3] Se encuentra en el Archivo Histórico de la Universidad del Rosario, catalogado: E31NO63.

[4] Traducción propia.

[5] “Memoria del Estado” la llama Daniel Fessler.

Trabajos citados

Fessler, D. (Enero-abril de 2015). El delito con rostro: los comienzos de la identificación de delincuentes en Uruguay. Passagens. Revista Internacional de História Política e Cultura Jurídica, 7(1), 15-39. Obtenido de file:///C:/Users/A1023869863/Dropbox/ART%C3%8DCULOS/Daniel%20Fesler,%20giving%20Crime%20a%20face,%202015.pdf

Lombroso, C. (1907). Le crime causes et remèdes. París: Felix Alcan Editeur.

Thoinot, L. H. (1928). Tratado de Medicina Legal. Barcelona: Salvat Editores.

Vibert, C. (1921). Précis de médecine légal. París: Librería J.- B. Bailliere e hijos.

 

 



En la celebración de las lenguas, indígenas y maternas

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El año, 1952: un grupo de estudiantes de Pakistán se manifiestan para reclamar el reconocimiento y la conservación de su lengua materna, llamada bangla. La Policía de Dhanka, capital del actual Bangladesh, abrió fuego contra los estudiantes, dejando tres víctimas mortales: Abul Barkat, Rafiquddin Ahmed y Shafiur Rahman (del pueblo baba, paril baldahara y kunnyogar, respectivamente).
El día Mundial de la Lengua Materna fue proclamado por la Conferencia General de la Unesco, en noviembre de 1999, buscando promover la diversidad lingüística y cultural. Animado del mismo espíritu, el Gobierno nacional sanciona la Ley 1381 de 2010.

Lenguas y libros.

En el Archivo Histórico conservamos las siguientes piezas:

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Ensayo de gramática hispano-goahiva, por Manuel Fernández y Marcos Bartolomé.
Muy tradicional, como se ve por las definiciones:

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Algo posterior y de edición europea, como era costumbre, la obra del académico Fabo:

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Idiomas y etnografía de la región oriental de Colombia, por Pedro Fabo.
La contribución americana al español consiste, principalmente, en léxico. Así lo comprueba este título:

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Americanismos, por Miguel de Toro y Gisbert, lexicógrafo madrileño.
Sin más preámbulos, quedan con la joya de la corona:

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Gramática en la lengua general del Nuevo Reyno, llamada Mosca, por Bernardo de Lugo. Para los estudiantes de Latín, compartimos esta perla:

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