Se ha dicho que, en general, el archivo es el registro de la actividad humana. La definición cuadra perfectamente con lo que representa el Archivo Histórico de la Universidad del Rosario: desde la creación del Colegio, registrada en cédulas reales, hasta las calificaciones de los alumnos, pasando por una docena de incunables y libros de los siglos XVII a XIX, el Archivo comprende casi 400 años de ininterrumpida historia.
Detrás de la estatua del Fundador, en la esquina suroccidental del Claustro, el Archivo sigue siendo su sustento y su testigo.
En 1968, Peter Wirth (München, 1930) principió la publicación de una magna obra: Reallexikon der Byzantinistik. Su intento era ofrecer al público un trabajo equivalente a la Pauly-Wissowa, pero no pasó de ahí: el diccionario dejó de aparecer a los pocos fascículos.
No era la primera vez que se intentaba llenar el vacío de una obra de consulta sobre Bizancio. El primero en proponerlo fue Gyula Moravcsik (Budapest, 1892-1972), en un artículo de 1949. Johannes Irmscher (Dresden, 1920-2000) intentó ponerlo por obra años después, en una visita a Moscú, como proyecto germano-ruso. Mas tampoco pasó de ahí.
Respecto de la academia americana, la empresa fue concretándose en la década del 1980. Giles Constable, director de Dumbarton Oaks, colaboró con la formación del consejo editorial, al mando del académico ruso Alexander Kazhdan (Moscú, 1922-97), y asesor. Conseguidos los recursos, se firmó contrato con Oxford University Press.
En su Prefacio, declaran que las obras existentes sobre Bizancio la tratan como parte de un conjunto, o bien le dedican secciones y apartados de materias específicas. El Oxford Dictionary of Byzantium (ODB) es la primera obra en reunir todo el material referente a los estudios de Bizancio. No es, sin embargo, un diccionario exhaustivo, sino selectivo. Planeaban los editores un texto de unas cinco mil entradas y un millón de palabras, poco más o menos. Como “toda humana previsión”, fue flaca, y los tres volúmenes definitivos duplicaron las expectativas.
Una obra de tales proporciones enfrenta no pocas cuestiones técnicas. Veamos algunas: cronológicamente, va de los siglos IV a XV. No hay, pues, tradición posbizantina (Byzance après Byzance). Por el aspecto geográfico, comprende todas las regiones que pertenecieron al imperio, así como las que tuvieron fuerte relación con él. La redacción de los artículos es combinada, de suerte que en una entrada pueden aparecer los datos de varios especialistas.
Crece la biblioteca del Archivo.
Pues bien, El Archivo Histórico de la Universidad del Rosario tiene para la consulta esta importante obra de referencia sobre Bizancio, junto con otras que permiten un mejor conocimiento de la Antigüedad.
Revisando el siempre instructivo diccionario Merriam-Webster, encontramos lo siguiente en la voz serendipity:
Luck that takes the form of finding valuable or pleasant things that are not looked for. The faculty or phenomenon of finding valuable or agreeable things not sought for; also: an instance of this.
Para saber qué tiene que ver el concepto que señalamos con el Archivo Historico de la Universidad del Rosario, los dejamos con el audio de parte de la conferencia que tuvo lugar el 15 de marzo de 2010: La librería antigua del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, a cargo del entonces profesor Juan Esteban Constaín.
Dentro de la larga tradición de enseñanza del latín en el Rosario, figura como catedrático el Sr. Rufino José Cuervo. Entre los papeles que por azar hemos revisado, hallamos uno que nos informa sobre los libros de texto que se usaban en 1869. Helos aquí.
Una tradición de la época consistía en que los catedráticos exhibieran los progresos de sus alumnos en un evento público, con asistencia de las autoridades civiles y eclesiásticas. Los asistentes podían interrogar a los estudiantes, de acuerdo con los puntos expresados en el programa.
El programa de Latín, inferior y superior, que defendieron los alumnos del Sr. Cuervo fue el siguiente:
Nótese la divergencia otográfica: en el certamen pone Caro i Cuervo, aquí con y griega. Cuestión no de poca monta, que acaso señala que el Colegio estaba muy teñido de radicalismo…
Además, usábase un librito adaptado para los escolares (ad usum tironum) por el padre Lhomond (1727-94):
Eso por lo que hacía a la inferior. En la superior ya tenían que componer en latín, ejercicio con que se comprueba la verdadera asimilación de la doctrina. Hoy ya no se practica, ni circulan los textos de ejercicios de composición en lenguas extranjeras:
No solo regentaba la cátedra de Latín, sino también de Ortografía castellana. Leyendo el programa del certamen, comprobamos que el autor de las Apuntaciones infundía en sus alumnos el espíritu investigativo de la lengua materna:
Como parte de una serie sobre la vida y obra de José Celestino Mutis, apareció en 2009 la obra Filosofía natural mutisiana, a cargo de Pedro Ortiz Valdivieso, S. I., Jaime Bernal Villegas y Alberto Gómez Gutiérrez. La serie principió en 2008 con la Medicina científica mutisiana; continuó (2010) con A impulsos de una rara resolución: el viaje de José Celestino Mutis al Nuevo Reino de Granada, 1760-3; seguida por Academia mutisiana: documentos preneogranadinos de José Celestino Mutis y la promoción de sociedades científicas en la Nueva Granada (2011). Como sus nombres lo indican, son obras que resultan de un benemérito trabajo de archivo, que de seguro dará para muchos más volúmenes…
Dos cuadernos del Archivo Histórico javeriano contenían la Oratio inauguralis con que Mutis defendiera, en 1764, la introducción de la filosofía newtoniana en las aulas. En la edición que presentan los autores encontrará el lector un interesante Prólogo, por Santiago Díaz-Piedrahíta; una Cronología científica mutisiana; un estudio de la Filosofía europea de ese tiempo y del lugar de Newton en ella, con lo cual se completa el contexto del discurso. Viene a continuación la parte puramente documental: descripción del manuscrito y atribución; edición facsimilar y traducción de la Oración inaugural a favor de la filosofía newtoniana contra los peripatéticos; Mutis, orador latino, donde se estudia la retórica del texto; transcripción latina del documento, más un Epílogo.
Por lo apuntado, la obra pertenece a la historia de la ciencia colombiana, preparada por dos científicos, los doctores Bernal y Gómez. También interesa, sin embargo, como parte de la historia del latín en Colombia, que es lo mismo que decir del humanismo colombiano, como ya lo notó Rivas Sacconi. Dicha parte fue obra del padre Ortiz, latinista y botánico como Mutis.
Cada vez que abrimos los primeros números de la Revista del Colegio, rescatamos alguna cosa de valor para nuestra historia académica. Hoy les ofrecemos un estudio sobre las tragedias de Esquilo, aparecido en el año inaugural de Nova et vetera, 1905, número 4, correspondiente al mes de mayo.
Su autor firma como colegial, doctor en Filosofía y catedrático de Griego. Francisco de Paula Barrera, además, aparece en la nómina de fundadores de la Academia de Historia (1902). Se graduó de este Colegio con la tesis Leopardi y la escuela pesimista (1897) y colaboró en la Revista, principalmente con escritos literarios.
Actualidad de Esquilo.
Por la actualidad del pensamiento de Esquilo, entresacamos unos apartes, como aquel referente al fin de la era del talión:
En el ciclo de exposiciones del Archivo Histórico ha correspondido el turno, claro, a la celebración del Día del Idioma. Al efecto hemos buscado obras de asunto literario o lingüístico, con el siguiente resultado: Cervantes, por supuesto, en “edición monumental”, hecha en Barcelona por Espasa y compañía; una Colección de poesías originales de Andrés Bello; Pombo, representado por Fábulas y verdades, dirigidas a todas las “edades, estados y condiciones de vida”; unos aforismos cervantinos, por Agustín García Arrieta, cuya particularidad es estar mutilada en su parte importante: una novela atribuida al alcalaíno.
Eso en la parte literaria. En la técnica, exhibimos un Nebrija latino-español, editado en Madrid, 1631; un novísimo diccionario, que comprende el DRAE y lo aumenta con cien mil voces y locuciones, en edición de 1884. Caro participa con su Tratado del participio, obra que, según un autorizado profesor, solo peca por el título, pues se trata de un estudio del gerundio; Cuervo figura con el primer volumen de su monumental Diccionario de construcción. Para cerrar, presentamos una obra puramente técnica, imprescindible para quienes trabajamos en archivos, relativa a la Paleografía: una Escuela paleographica ó de leer letras antiguas, no menos monumental y bella que sus compañeras de vitrina.
El Archivo Histórico no es solo incunables y gruesos volúmenes de ambos derechos. Buena parte también consiste en libros del XIX y XX, de las materias más variadas. Uno de esos llama la atención por su sobrio pero bello empaste azul, con muy elegantes letras doradas. La cubierta pone: South American Handbooks. Colombia. V. Lévine. Al abrirlo depara otra sorpresa: With Introduction by B. Sanin Cano. London (…) 1914. Nadie menos.
Así las cosas, ya hay que dedicarle un momento al librito. Correctamente impreso, acompaña dos mapas, varios cuadros y unas no menos correctas fotografías. Acto seguido, empieza uno a preguntarse quién será ese V. Lévine.
Por la época en que salió el manual, don Baldomero pasaba de los cincuenta años. “Aprende inglés, italiano, francés, alemán; latín, en Londres”, a los 48, y “danés, solo para leer a Brandes”, a los 54. Luego, en la Cronología de Sanín, Cobo Borda pone como fecha de composición del manual el año 1911, en que el autor servía de cónsul de Colombia en Londres, “con el seudónimo de I. Levine (sic)”. Puede ser un error, pues en internet no consta tal edición, ni la que posee el Archivo indica que sea una segunda o una reimpresión siquiera. Además el resto de Handbooks salieron el mismo 1914.
Publicó asimismo otras obras en inglés sobre nuestro idioma: An elementary Spanish grammar (1918); A Key to an Elementary Spanish Grammar (1920); Spanish Reader (1920); a las cuales puede sumarse Divagaciones filológicas y apólogos literarios (1934).
En todo caso, extraña el hecho de que usara el seudónimo para la obra general y declarara su nombre de pila como prologuista. Para excitar la curiosidad de los lectores, compartimos la Introducción:
Ha dicho un acreditado columnista bogotano que el tema de este país es la elección presidencial, sin importar en qué parte del mandato del presidente en ejercicio vayamos. Pues ahora estamos para elegir mandatario distrital y, según la lógica del columnista, vendría siendo el segundo tema nacional.
Mas las elecciones no son cosa moderna, ni mucho menos la estrategia electoral. Hace poco otro columnista, de El País de España, ha llamado la atención sobre una obrita antigua sobre el tema. Trátase del Commentariolum petitionis, manualito electoral en forma de carta, escrita por Quinto Tulio Cicerón a su hermano mayor, Marco Tulio, cuando este se presentó a las elecciones para cónsul.
Cicerón, Musei Capitolini, Roma, s. I d. C. Fuente: Wikipedia.
En las elecciones para el periodo de 63 a. C. competía un puñado de candidatos, entre los cuales figuraba M. Tulio Cicerón. Entre sus oponentes había dos nobles, cuyos antecedentes eran su punto débil. Cicerón había aludido a ellos en su discurso preelectoral In toga candida. Con ello ganó, siendo “popular” o “nuevo”, un inesperado apoyo de los nobles, que le significó la victoria.
¿Quién era Quinto?
Vivió entre 102 y 43 a. C., compartió educación con su hermano en Atenas y tuvo su propia carrera de funcionario: edil (66), pretor (62) y propretor de la provincia de Asia (61-59). Fue asimismo lugarteniente de César en su segunda campaña a Britania (54), quien “Ciceronem pro eius merito legionemque collaudat” (elogia a Cicerón por sus méritos y a su legión, BG 5.52) y de su hermano en Cilicia (51). Durante las Guerras Civiles fue de la fracción de Pompeyo, luego perdonado por César.
El Segundo Triunvirato le significó la proscripción, con su hijo y hermano, y la muerte en tal condición.
El Commentariolum plantea varias preguntas, debidas a su dudosa transmisión. No se conserva en el mejor manuscrito de las cartas ad familiares, el Codex Mediceus 49.9. Su estilo no se compadece con el elogio que Marco hace de la dicción de Quinto. Además hay un paralelismo verbal de esta obra con el comentario que se conserva de In toga candida (de Marco Tulio), sin que sea fácil establecer el original y la copia. Respecto al contenido, se observa que los puntos allí tratados eran muy trillados, de modo que su utilidad no es muy evidente. Respecto a la autoría, alégase que el tema de la campaña de 64 era muy conocido, así como los ejercicios de personificación histórica (prosopopeya); de suerte que un anónimo pudo inspirarse en ello para componer una carta de consejos a un hombre célebre, de parte de su consejero.
El Commentariolum aparece junto con las Epistulae ad Quintum fratrem, Es decir, pertenece al género epistolar. Ya dijo Marco Tulio: “Epistularum genera multa esse non ignoras” [sabes que son muchos los tipos de cartas. Cic. Ad Fam. II.4.1]. Para Demetrio (350-280), eran 21 los týpoi epistolikoí, varios de ellos usados en tiempo de Cicerón. El Commentariolum es una carta práctica, un ensayo en forma epistolar, cuyo estilo la ubica en el tipo de ejercicio conocido como prosopopeya, subgénero de la suasoria.
Las cartas políticas eran corrientes entre los griegos desde el periodo macedonio, principiando con las que dedicó Isócrates a Dionisio I y a Filipo. Para el caso romano, su práctica coincide con la dictadura de César.
Cicerón, de niño, leyendo, por Vincenzo Foppa (fresco, 1464), Wallace Collection. Fuente: Wikipedia.
Son los antiguos, idiota.
James Carville, director de la triunfante campaña de Bill Clinton en 1992, tiene el crédito por una célebre frase: “Es la economía, estúpido”. Muchos años después, Carville confesó que, cuando inició su carrera como estratega electoral, antes de la campaña Clinton, creía que las instrucciones diseñadas para sus candidatos eran originales. Luego vino a saber “que casi todo ya se había dicho hacía 2000 años”.
Otro que no lo sabía, según la columna de Carlin, era Ed Miliband, líder laborista británico, derrotado por David Cameron. No se puede asegurar que Cameron lo hubiera leído, pero en todo caso es el primer ministro.
*Nos hemos guiado por el artículo de Henderson, M. (1950). De commentariolo petitionis. The Journal of Roman Studies, 40 (1950), pp. 8-21; así como por la Introducción a la edición Loeb, por la misma autora, también responsable de la traducción.
Entre los libros modernos que conserva el Archivo Histórico, es frecuente encontrar la firma de don Liborio Zerda, catedrático de este Colegio. Hoy exponemos un Tratado del arbolista (Aguado, 1864) y, junto con él, otros libros de Botánica e Historia natural.
Unos son de bolsillo, como el Tratado; otros monumentales, como la Flora de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada (1957). Destacamos una curiosa edición de la Historia natural de Buffon (Didot, 1799), profusamente ilustrada.
El Archivo Histórico conserva una bella edición de Virgilio, con las siguientes características. A cargo de Carolus Ruaeus (Charles de la Rue, jesuita francés, 1643-1725), no solo filólogo, sino también poeta original en latín y gran orador de la Compañía. La edición es parisina, de 1722, por los hermanos Barbou (Juan y José), cuya empresa funcionó entre 1717-32.
Argumentum Aeneidos cum XII librorum argumentis
scripsit Carolus Ruaeus (soc. Iesu.) ex libro “ad usum serenissimi Delphini,”
Philadelphia MDCCCXXXII p. Ch. n.
Aeneis poema heroicum, sive epicum, ab Aenea Troiano, Veneris et Anchisae filio, Priami genero, nomen habet: non quod actiones illius omnes comprehendat, sed unam inter omnes praecipuam, scilicet regnum in Italia fundatum. Scripta est a Virgilio in gratiam, tum Romanae totius gentis, tum familiae imprimis Iuliae, quae originem referebat suam ad Iulum sive Ascanium, Aeneae filium ex Creusa Priami filia. In hanc porro familiam adscitus a Iulio Caesare avunculo fuerat Octavianus, tunc rerum potens, atque Egypto subacta, M. Antonio et Cleopatra interfectis, unus orbis Romani dominus. Scribi capta est, Anno U. C. 724 exeunte, Virgilii 40, Octaviani 33, (id est, 31 a. Ch. n.) cum Octavianus in Asia non longe ab Euphrate hiemaret; atque ita Virgilius post adhibitam Georgicis extremam manum, continuo animum Aeneidi videtur applicuisse; in eaque annos, ut habet Servius, undecim collocasse, quot ab eo tempore ad mortem Virgilii omnino numerantur. Secutus est Virgilius, ut in Bucolicis Theocritum, in Georgicis Hesiodum; ita in Aeneide Homerum, cuius Odysseam sex prioribus libris, Iliadem sex posterioribus, expressit, an etiam superavit? id vero ambigitur inter doctos.
Traducciones virgilianas.
Presentamos ahora una traducción que tuvo mucha vigencia: la del señor Caro, 1873.
Presentamos una entrevista a Teodoro Hampe, licenciado por la Universidad Católica del Perú en Historia y en Educación, doctor en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid, profesor en la las universidades de San Marcos y en su alma mater. El Dr. Hampe se especializa en Historia colonial y ha estudiado las bibliotecas particulares. Grandes o pequeñas, dichas colecciones estaban generalmente al día con lo que salía en Europa. Además, había bibliotecas conventuales, de acceso restringido. Una tercera clase de librerías, por contraste con la anterior, son las abiertas al público; tipo en que Nueva Granada precedió al Perú.
Aparte, refiere el Dr. Hampe que en el Perú también se cerró la puerta a los estudios clásicos en el siglo pasado, no obstante lo cual allí tienen una Sociedad Peruana de Estudios Clásicos. La institución ha compilado un volumen sobre lo clásico en la época colonial peruana.
Ya habíamos presentado en estas páginas a Samuel Bond, scholar de Cambridge. Hemos encontrado otro libro suyo, que da cuenta de su aplicación al estudio de la lengua griega: una copia de Iliada.
Se trata de una Iliada de Homero, con breve comentario, a cargo de C. G. Heyne (1729-1812). Añádense los escolios menores, enmendados aquí y allí, así como las alegorías homéricas de Heraclides. Vol. I. Oxford, Clarendon Press, 1821.
Ya hemos adelantado algo sobre los libros de Samuel Bond en estas páginas. Pues bien, en el estudio de la edición de sus Poesías latinas, hemos encontrado la referencia exacta de cómo llegaron sus libros al Archivo Histórico.
Tomado de Alumni Cantabrigienses. Admitido como pensionista en Trinity, 1835; graduado en 1839.
En una carta de 1931, reproducida en la Revista del Rosario, José Ignacio Escobar hace la donación de los libros de su “tío político el finado don Samuel Bond, y los otros de su hijo Samuel Fernando”.
Un rasgo trágico tuvo la vida de la familia Bond. El hijo murió de veintiún años, “tratando de salvar a un desconocido que a su vista cayó en el proceloso río de San Gil”.
La Revista del Rosario da pistas en todas direcciones. Esta vez, un obituario de un catedrático, cuyos textos de enseñanza fueron “adoptados en casi todos los colegios de la República”, incluido el del Rosario.
Cucuteño (10-1-1858), ingeniero, socio fundador de la Sociedad Colombiana de Ingenieros y priemer director de su órgano, Anales de Ingeniería. Sus cartillas versaban sobre Matemáticas e idiomas. Su Compendio de Aritmética alcanzó 32 ediciones; el Curso de Álgebra, 9; el Tratado de Aritmética analítica y comercial, 18; y así por el estilo. Produjo, además, textos de Geografía e Inglés.
Murió en Bogota, como consta por la Revista. Su memoria fue honrada por ley del presidente Eduardo Santos, en 1938.
Leopoldo López Álvarez (Pasto, 1891-1940) se cuenta entre los excéntricos que se dio el lujo de vivir en un museo. Obra que, prosaicamente, se repartieron sus parientes, según parece.
En el centro, portando la condecoración. Fuente: Universidad de Nariño.
A la rareza de traducir autores clásicos sumó la peregrina idea de montar una imprenta de tipos griegos.
Abogado por la Universidad de Nariño, su formación elemental la debió a los jesuitas. Ejerció su profesión, además de colaborar en academias y periódicos. Fue miembro de la Sociedad de Americanistas de París, desde mayo de 1932. Participó en el proceso de creación del departamento de Nariño, verificado en 1904.
Su corta vida privada tuvo los siguientes rasgos: hijo de cura (dispensado por la Santa Sede), detalle que objetó la familia de una prometida; catedrático recordado por sus discípulos; primer nariñense en recibir la Cruz de Boyacá (12-10-1939); traductor los últimos años de su vida, abreviados por el alcohol*.
Alcanzó a recibir homenajes en vida. Luego, el Banco de la República inauguró, en 1984, un centro cultural con su nombre, en su natal Pasto. En la página se lee:
El Centro Cultural Leopoldo López Álvarez debe su nombre a “un estudioso sistemático e investigador incansable”, hijo insigne de Pasto, quien obtuvo su título de abogado de la Universidad de Nariño en 1918 y se desempeñó como magistrado del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Pasto, entre otros importantes cargos. Fue maestro de derecho, de historia universal y literatura. Tradujo al castellano La Eneida, Las Églogas y Geórgicas de Virgilio (1936), La Ilíada, La Odisea y Los Himnos de Homero (1938) y las Siete Tragedias de Esquilo (1939). En su pasión por coleccionar antigüedades y objetos valiosos, reunió una colección de más de 220 obras de pintores famosos.
El año pasado estuvo en Bogotá Richard Talbert. Hoy podemos presumir de que tenemos en las manos una de sus obras, el Barrington Atlas of the Greek and Roman World, premiada como la mejor obra de referencia en Humanidades de la Association of American Publishers (2000). Lo mejor, que pueden venir a consultarlo al Archivo Histórico.
Consta de 99 mapas a color, que abarcan desde Britania hasta la India. Su formato se corresponde con el contenido: 46,4 x 33,7 cm. No es solo eso: más de 70 colaboradores, y otros tantos asesores, trabajaron, a partir de cartas aeronáuticas satelitales, para restituir al paisaje moderno su aspecto antiguo. La obra usa dos escalas: 1:500 000 y 1:1 000 000. Cronológicamente, comprende desde la Grecia arcaica hasta el Imperio tardío.
El Barrington viene a llenar un vacío de más de un siglo: mapear el mundo clásico. El proyecto principió en 1988, bajo la dirección del Dr. Talbert; su costo asciende a los cinco millones de dólares.
Precursores de este trabajo son, según la Introducción, la obra de William Smith, An Atlas of Ancient Geography Biblical and Classical (1872-4), que se quedó anticuado por los descubrimientos de la arqueología, precisamente desde las fechas de su aparición. Otros editores, que no alcanzaron a ver el fin de la obra, fueron Wilhelm Sieglin y Heinrich Kiepert. El proyecto Tabula Imperii Romani, iniciado en la década de 1920, está nominalmente en desarrollo. E escollo que explica la dilación radica en que cada país suministra la cartografía, más la necesaria edición de materiales.
Así pues, la American Philological Association formó una comisión para estudiar las herramientas de que disponen los estudiosos de la Antigüedad. En el informe, se concluye que, en punto de cartografía, la cosa es lamentable (“utterly disastrous”). Situación anómala y paradójica, como quiera que “there is hardly anything more important to understanding ancient history tan a clear conception of the terrain on which its events took place”. Era hora, pues, de llenar el vacío cartográfico.
Hace poco platicamos (verbo usado por el padre Félix Restrepo, no solo mejicanismo) sobre un desconocido traductor colombiano: Leopoldo López Álvarez. Pues bien, revisaremos hoy su versión del Himno a la Tierra, perteneciente a la colección de los homéricos.
Ofrecemos el texto griego de la página de Perseus:
Εἲς Γῆν Μητέρα Πάντων
γαῖαν παμμήτειραν ἀείσομαι, ἠυθέμεθλον,
πρεσβίστην, ἣ φέρβει ἐπὶ χθονὶ πάνθ᾽ ὁπόσ᾽ ἐστίν,
ἠμὲν ὅσα χθόνα δῖαν ἐπέρχεται ἠδ᾽ ὅσα πόντον
ἠδ᾽ ὅσα πωτῶνται, τάδε φέρβεται ἐκ σέθεν ὄλβου.
ἐκ σέο δ᾽ εὔπαιδές τε καὶ εὔκαρποι τελέθουσι,
πότνια, σεῦ δ᾽ ἔχεται δοῦναι βίον ἠδ᾽ ἀφελέσθαι
θνητοῖς ἀνθρώποισιν: ὃ δ᾽ ὄλβιος, ὅν κε σὺ θυμῷ
πρόφρων τιμήσῃς: τῷ τ᾽ ἄφθονα πάντα πάρεστι.
βρίθει μέν σφιν ἄρουρα φερέσβιος ἠδὲ κατ᾽ ἀγροὺς
κτήνεσιν εὐθηνεῖ, οἶκος δ᾽ ἐμπίπλαται ἐσθλῶν:
αὐτοὶ δ᾽ εὐνομίῃσι πόλιν κάτα καλλιγύναικα
κοιρανέουσ᾽, ὄλβος δὲ πολὺς καὶ πλοῦτος ὀπηδεῖ:
παῖδες δ᾽ εὐφροσύνῃ νεοθηλέι κυδιόωσι
παρθενικαί τε χοροῖς πολυανθέσιν εὔφρονι θυμῷ
παίζουσαι σκαίρουσι κατ᾽ ἄνθεα μαλθακὰ ποίης,
οὕς κε σὺ τιμήσῃς, σεμνὴ θεά, ἄφθονε δαῖμον.
χαῖρε, θεῶν μήτηρ, ἄλοχ᾽ Οὐρανοῦ ἀστερόεντος,
πρόφρων δ᾽ ἀντ᾽ ᾠδῆς βίοτον θυμήρε᾽ ὄπαζε:
αὐτὰρ ἐγὼ καὶ σεῖο καὶ ἄλλης μνήσομ᾽ ἀοιδῆς.
Anonymous. The Homeric Hymns and Homerica with an English Translation by Hugh G. Evelyn-White. Homeric Hymns. Cambridge, MA.,Harvard University Press; London, William Heinemann Ltd. 1914.
La principal divergencia es: πολυανθέσιν (14). El principio de v. 11 es αὐτοὶ.
No traduce τάδε φέρβεται ἐκ σέθεν ὄλβου, que es una repetición de ἣ φέρβει ἐπὶ χθονὶ πάνθ᾽ ὁπόσ᾽ ἐστίν. Si bien se pierde ἐκ σέθεν ὄλβου, puede suponerse fácilmente. “Y viven en las aguas o en el suelo”, muy prosaico. Parece acertar en “tuyo es el hombre de incontable prole”, dejando de lado εὔκαρποι, seguro compendiado en el “opulento” de abajo. Desdobla, en cambio, βίος en “aposento” y “vida”, los dos sentidos de la palabra griega. Interesante la concisión de traducir 1,5 hexámetros (ὃ δ᾽ ὄλβιος… πάντα πάρεστι) en igual cantidad de endecasílabos, sin pérdida del original. Invierte el orden de los versos, anticipando αὐτοὶ κοιρανέουσ᾽, “gobierna con leyes de justicia”; luego pone βρίθει μέν σφιν ἄρουρα, “para él la pingüe Tierra” (le sobra la mayúscula, correspondiente a Γῆ). No convence mucho lo de “en riquezas rebosa su aposento”, referido a οἶκος. Acierta al suprimir la repetición que envuelve ὄλβος δὲ πολὺς καὶ πλοῦτος ὀπηδεῖ. Acierta, de nuevo, simplificando παρθενικαί τε χοροῖς πολυανθέσιν y σκαίρουσι κατ᾽ ἄνθεα μαλθακὰ ποίης, “en las praderas florecidas bailan”. Por lo dicho, extraña el verso “y la inocencia es alma de su pecho”, inexistente en el original. El arcaísmo felice solo se explica para llenar el endecasílabo; innecesario, pudiendo decir contenta o tranquila.
Las principales divergencias con la versión de West, en Loeb, son: πολυανθέσιν y σκαίρουσι.
La versión de Pombo.
Es bien sabido que Rafael Pombo fue traductor latino. Hallamos, además, una versión griega, precisamente del himno que comentamos. Hablando de sus versiones latinas, declaraba:
Mi designio no ha sido el de hacer traducciones de gusto clásico, ni de laboriosa y esmerada interpretación. No alcanzan allá mi estilo y fuerzas; ni trabajándolas de prisa, (…) pueden tener la elección de dicción y el asiento de estilo que no resultan sino de una revisión posterior, pasado el primer esfuerzo de vaciar en molde propio ideas ajenas y de lengua y tiempo extraños. (…) diré que mi plan fue el de escoger algunas de las odas del Venusino que fuesen más a propósito para hacer comprender y sentir a los despreciadores de lo clásico, y en especial griego y latino (partido numerosísimo en América), que el tal Horacio era un gran poeta (…); y su país y su tiempo digna materia de estudio y aplicación para los nuestros. Las formas, pues, debían ser populares en lo posible, como para popularizar al lírico latino e inducir a los lectores a estudiarlo en mejores y más completas fuentes. Creo, además, que cualquier forma es buena si agrada y no pugna con la gravedad o la ligereza del asunto original.
Conceptos válidos asimismo para su versión del himno, que suena a poesía local, con aciertos como cuando dice “y sus vírgenes hijas (…) enguirnaldadas van”.
El Dr. Lleras está vinculado a este Claustro por haber sido su alumno y su rector. Como recordatorio de ello, ahora cuelga un cuadro suyo en Rectoría. A propósito del acontecimiento y de la figura del retratado, queremos destacar apenas una parte de su agitada vida intelectual: lo relativo a la enseñanza de lenguas.
Lleras, la política y la lengua inglesa.
A causa de su actividad política como antiboliviano caracterizado, el Dr. Lleras pasó una temporada en los Estados Unidos. Allí aprendió la lengua del país, cuya enseñanza será una de las preocupaciones del resto de su vida.
Sus primeras tareas filológicas (en su capítulo docente) resultan, otra vez, de su constante y activa vida política. Santanderista convencido, va a parar a la cárcel por su terca oposición al gobierno del señor Márquez (1837-41). En Las Aulas, entre versos y papeles políticos, se aplica a enseñarles Inglés a los presos. Sobreseída la causa, va a parar a Ibagué, desterrado. Por esas mismas calendas, en 1837, se le nombra catedrático de Lengua inglesa en este Colegio.
En un informe de 1843: Creo que se ha hecho un positivo bien a la juventud estudiosa (…); bien que se ha hecho igualmente a la patria, por que, por este medio, podrán difundirse mas pronto unos conocimientos indispensables á los granadinos en sus presentes circunstancias políticas i comerciales.
Dirige, pues, este Colegio por más de dos años. Sirvió el puesto hasta el 31 de diciembre de 1845.
De pronto la ortografía “conciliario” sea más recomendable. Ya veremos…
Empresa educativa.
El Dr. Lleras se separó de la rectoría del Colegio para fundar su propio instituto, el Colegio del Espíritu Santo, en 1846. Legalmente, deben considerarse estos hechos: Mosquera había autorizado los colegios privados para ofrecer cursos preparatorios para optar grados, en 1845. Poco después, Rufino Cuervo echó todo atrás, en 1847, con normas de rígido centralismo educativo. La anormalidad duró hasta la vuelta de Mosquera, en mayo del 48. Corta mejoría, en vista de las reformas de López, en 1850, relativas a la anulación de grados. Golpe mortal, se entiende, para la salud del instituto.
En lo teórico, Lleras usaba el método Robertson, junto con las novedosas doctrinas de Pestalozzi. Tomado de Curso de lengua italiana. Escrito con arreglo a las bases del método de Mr. Robertson. Madrid, 1843.
En el plano económico, la empresa del Colegio fue propia de Lleras, y a debe. Las entradas por concepto de matrícula nunca fueron suficientes ni oportunas. El barco se hundió cuando el dueño remató todo, a mitad de precio. El 30 de abril de 1852, según se ve por un aviso de El Eco de los Andes, su dueño ofrece “en venta los edificios, mobiliario, máquinas, etc.”, por la mitad de su valor.
Entre los alumnos del Colegio figura Jorge Isaacs, quien en su novela hizo recuerdo del instituto. Por allí también pasaron los dos Pérez, Santiago y Felipe. Aquí, los certámenes para 1846.
Empresa meritoria la del Dr. Lleras, lamentada cuando desapareció por escritores de ambos partidos.
La nota es de 31-10-1850, Crónica del Colegio del Espíritu Santo. El profesor Jones enseñó Inglés y Matemáticas. No hemos podido confirmar que enseñara Griego.
Catecismo de inglés, con el título Elementos de pronunciación, prosodia y ortografía de la lengua inglesa, 1840. Del mismo autor, existe un Catecismo de agrimensura.
Uno de los órganos del Colegio, el otro la Crónica Mensual.
Fuentes:
Buena parte de las obras del Dr. Lleras está digitalizada por la Biblioteca Nacional. Los documentos provienen de nuestro Archivo Histórico. Sobre el Colegio, recomendamos el artículo de Robert H. Davis, Education in New Granada: Lorenzo María Lleras and the Colegio del Espíritu Santo, 1846-1853. The Americas 33(3), 1977; 490-503.